Se acorta el tiempo para que, en diciembre, París sea sede de una nueva Cumbre sobre el Cambio Climático. Luego de las cumbres realizadas durante 20 años, esta debe ser la definitiva, que obligue a asumir compromisos vinculantes y a reducir los gases de efecto invernadero.

El deseo general debe concretarse en un “Acuerdo universal” sobre el cambio climático relativo al objetivo principal: limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2 °C.

Para los países de nuestra región, las negociaciones actuales sobre cambio climático deben servir para identificar los problemas críticos y comunes, y también, en base a ello, aunar esfuerzos que posibiliten acuerdos regionales en perspectiva de mejorar posiciones unitarias de cara a la cumbre mundial.

No hay otra alternativa, ya que el Panel Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático ha señalado que la alteración del clima y los eventos extremos están afectado seriamente a nuestra región.

Ya nos castigan los cambios en los patrones de lluvia; el incremento de la temperatura promedio; la extinción de especies en varias zonas tropicales; el crecimiento del número de personas (entre 7 y 77 millones) que para el año 2020 carecerán de agua; el aumento en el nivel del mar, la alteración climática y los eventos extremos que de manera significativa afectarán las zonas costeras, entre otros impactos.

Para luchar contra los efectos del cambio climático existen dos medidas: la mitigación y la adaptación.

¿Se está haciendo algo al respecto?