El concepto de sexualidad que difunde el “Currículo de educación” es totalmente deformado y destructor. Leamos: El niño/a “vive su sexualidad de manera plena y responsable” (pág. 30). “… de manera… placentera” (pág. 31). Por sexualidad “plena” supongo se entiende mantener relaciones sexuales como papá y mamá. Entonces, el jardín y la escuela, a partir de ahora, ¿se convertirán en auténticas palestras donde se incentive y enseñe a los menores a mantener relaciones sexuales íntimas? Y, ¿sexualidad “placentera” significa que se enseñará a los pequeños cómo sacarle el mayor partido posible a esas actividades sexuales como si fueran ya marido y mujer? Más aún, el nivel 7 de la competencia “Construye su identidad” afirma: “Desarrolla relaciones afectivas, de amistad o de pareja” (pág 31). De amistad, vale. Pero, ¿de pareja? ¿De qué pareja? ¿Convivientes, esposos, parejas homosexuales, lesbianas, bisexuales..? Propugna, además, la “salud sexual y reproductiva” y los “derechos sexuales y reproductivos” de los menores (pág. 31). ¡Qué disparatón! ¿Acaso a esta temprana edad deberán ya comenzar a reproducirse? ¿O habrá que repartirles a diestra y siniestra dius o preservativos? Y si fallan, ¿tendremos que orientarles hacia el aborto? Esto es lo que muchos entienden hoy por “derechos sexuales y reproductivos”. Y, si no, que se lo pregunten a Manuela Ramos en su “Cuaderno viajero de la sexualidad”. ¿Esta es la sexualidad que el Minedu pretende imponer en jardines, escuelas y colegios? Es un atentado contra la verdadera sexualidad. Y, Uds., padres de familia, ¿lo van a permitir?