No estamos en contra del amor. Al contrario, siempre lo celebramos en todas sus formas, sin ápice de mezquindad. Mucho menos satanizamos aquellos romances que se generan en los sets de televisión, seamos más directos, especialmente en los tan sintonizados realitys de competencia, aunque para muchos son “producidos” para la platea con una canción melosa como banda sonora.

Nos resistimos a creer que se llegue a tanto en cuestión de amores y desengaños, rechazamos que puedan ser inventados a pedido de los televidentes y que los involucrados los acepten sin remilgos, contrato de por medio. Y para reafirmar nuestra esperanza en la humanidad y sus productores, podemos celebrar que hay algunas parejitas que se conocieron en esos espacios de moda y han terminado en el altar, son felices y tienen niños fruto de ese amor. Conclusión: el amor como dice la canción “llega así de esa manera y uno no se da ni cuenta”, sucede y listo. Hasta aquí quedamos con estas reflexiones del corazón, impredecibles y nada calculadas, pero cuando se quiere usar ese sentimiento tan puro para justificar “leguleyadas”, pues no hay que quedarse callados. La ley es la ley, todos las deben respetar; de lo contrario estaríamos viviendo en una gran chacra en la que no hay reglas ni límites.

Y aquí va el ejemplo con nombre y apellido: el reciente matrimonio civil entre Mario Hart y la venezolana Korina Rivadeneira, según sus protagonistas decisión sorpresiva, pero sincera. Dos meses de romance fueron suficientes para que ambos decidieran unir sus vidas en Huaral, lejos de la prensa y del acoso mediático. Todo no pasaría de ser una de esas tantas noticias de la prensa del corazón que no resiste mayor análisis, si es que la flamante señora Hart no tuviera, desde el pasado 28 de febrero, una cancelación de residencia con impedimento de ingreso al Perú debido a una serie de infracciones a la Ley de Extranjería. Según la resolución, la ciudadana venezolana habría “falseado información para obtener la calidad migratoria de turista”. ¿La boda fue “demasiado oportuna” para salvar a Rivadeneira de una situación legal extrema? Eso lo decidirán las autoridades. Lo único claro y concreto es que la ley es para todos y mucho más si uno es extranjero en un país que te acoge y tiene reglas que cumplir. Pretender saltarlas, además de un delito es un falta de respeto a un tierra generosa y nada mezquina.