Cuando irrumpió la figura de Alejandro Toledo en la escena política como abanderado y defensor de la democracia, un sector de peruanos lo eligió para luchar contra el principal problema que carcome las bases de nuestra frágil democracia: la corrupción.

La denominada Marcha de los Cuatro Suyos (julio 2000), que encabezó, ya es una triste historia, pues el viernes último terminó por desmoronarse esa figura, al igual que esa generación de políticos que surgieron en esos años de protesta en contra del gobierno de Fujimori. Algunos se han reacomodado, pero son parte de esa etapa de la vida política del país. La lucha contra la corrupción de esa época fue una bandera que también enarboló parte de la izquierda, pero hoy algunos guardan cierto silencio cómplice con los destapes de sobornos promovidos por empresas brasileñas.

El caso Ecoteva, vinculado a coimas de Odebrecht, ha remecido los cimientos de la política nacional con el pedido de detención del expresidente Toledo, acusado de recibir dineros para dar luz verde a la Interoceánica.

Ecoteva, investigación que Correo divulgó con amplios informes y que compromete compras inmobiliarias por casi $5 millones, cuyo origen aún se desconoce, estaría por llegar a su fin si se confirma que Toledo recibió esos dineros indebidos de Odebrecht.

Por ello, es la ocasión para que el Ministerio Público y el Poder Judicial aceleren las investigaciones que permitan dar con los coimeados antes de que sigan fugando del país y después sea difícil extraditarlos al argumentar que son perseguidos políticos. Parece que la justicia llegará.

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