Mis profesores de Derecho Penal siempre empezaban el tema de la prisión preventiva con una frase: “La libertad es la regla y la prisión preventiva, una excepción extrema”.

El Derecho Penal suele chocar con la opinión pública porque las garantías -que sirven para evitar abusos- son percibidas como blandas para los acusados. Pero estas garantías existen para que quienes podrían ser inocentes no sean tratados como culpables. Y, en fin, deben ser aplicadas a todas las personas, porque la ley es igual para todos.

Ojo: yo sí creo que los Humala recibieron plata. Creo también que Humala es responsable de Madre Mía y que él y su esposa tuvieron un cogobierno de mierda.

Pero que yo -y medio país- opine eso no significa que la ley no sea clarísima en que la prisión preventiva debe darse solo si se cumplen tres requisitos: pena mayor a cuatro años, indicios fuertes del delito y peligro de fuga o de obstaculización. Acá se cumplen solo los dos primeros.

Nadine y Ollanta son una vergüenza, pero han entregado sus pasaportes, Nadine ha regresado de su torpísima ida a Suiza y han asistido a las citaciones. La prisión preventiva no tiene cabida, por más que muchos soñemos con verlos tras las rejas. Pero las cosas como son, y sobre todo si de Derecho se trata. Y en esto coinciden penalistas de todas las tendencias políticas (hasta César Nakazaki, ¡exabogado de Fujimori!).

Pero lo que más preocupa son las posibles consecuencias. Los Humala son ahora “perseguidos políticos” para muchos. ¿Qué pasaría si se apela la prisión preventiva, salen y piden asilo político en alguna embajada? Dios nos libre…