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Creo que muy pocos peruanos, fujimoristas o no, podrían estar en contra de lo señalado ayer vía Twitter por el exlegislador “naranja” Alejandro Aguinaga, quien ha afirmado que -¡ojalá!- con la presencia de Walter Gutiérrez como defensor del Pueblo la defensa de los derechos humanos dejará de ser patrimonio de la desacreditada izquierda y sus variantes, que por décadas encontró en su sesgada “lucha” un envidiable “modus vivendi, antro laboral y recaudación millonaria”.

Y digo que la izquierda está desacreditada en su “defensa de los derechos humanos” por hechos muy concretos, como la falta de condena a lo que sucede en Venezuela o Cuba, donde los abusos de larga data son innegables, y su evidente sesgo al momento de sacar cara por presuntas víctimas de excesos del Estado cercanas o afines a su ideología, mientras deja de lado, por ejemplo, a policías y militares que también necesitan de una mano.

Comenzaré a creer que la izquierda y sus variantes hacen una verdadera defensa de los derechos humanos sin sesgo cuando vea, por ejemplo, al abogado de una de esas rentables ONG de por ahí yendo a pelearse ante el Ministerio de Defensa o del Interior para exigir que a un policía o militar mutilado el Estado le entregue una prótesis o la casa que le corresponde tras haber quedado mutilado en cumplimiento del deber.

Los derechos humanos son de todos: de militares, policías, de gente de izquierda, de derecha o de lo que sea. También de las personas que están en contra de Fidel Castro, Raúl Castro, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y de otros tiranos que en poco o nada se diferencian de Augusto Pinochet o, si vamos más atrás, del dominicano Rafael Trujillo, si es que queremos citar a algunos impresentables de “derecha”.

Necesitamos una Defensoría como la que menciona el excongresista Aguinaga. La defensa de los derechos humanos tiene que adquirir amplitud e independencia ideológica, para que se gane el respeto de los peruanos, que con toda seguridad están cansados de ver a los izquierdistas de siempre defendiendo a sus afines y dejando de lado a los otros, mientras estos eternos “activistas” llenan sus bolsillos y la pasan lindo. Sin duda, Gutiérrez tiene una gran labor por delante.

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