Seamos francos, cuando uno elige a una autoridad pocos nos fijamos en quién ocuparía su puesto en caso de suplencia, a lo mucho sabemos los nombres de quienes acompañan al candidato, mientras otros le brindarán su respaldo por amistad o familiaridad. Nadie vota por un vicepresidente más que por el presidente, menos por un teniente alcalde que por el mismo burgomaestre.

En el caso del Gobierno Regional de La Libertad, si César Acuña Peralta abandona su cargo -como lo ha anunciado ante sus trabajadores con fecha incluida- para postular a la Presidencia de la República en el 2016, quienes votaron por él no se sentirán identificados por Luis Valdez Farías, el vicegobernador regional.

Sin embargo, la ley hay que respetarla y de tener al líder de Alianza Para el Progreso (APP) como candidato presidencial, tendríamos que ver a Luis Valdez tomarse la foto con banda cruzada y poner su cuadro en las diferentes áreas del gobierno regional. Claro, muchos se preguntan, ¿qué mérito tiene para ser autoridad? La respuesta solo la tiene César Acuña, quien lo ha respaldado hasta en sus peores momentos.

Lo que pasaría en La Libertad sería incierto, pero sí estoy seguro que Luis Valdez, como trabajador e hijo putativo de César Acuña, vendería hasta su alma para complacer los requerimientos de quien él considera su segundo padre. Entonces, no sería raro que el aparato estatal se mueva en función del nuevo candidato a Palacio de Gobierno.

Lo malo de Luis Valdez es que nunca ha estado al frente de una institución como cabeza de la administración, sino como un funcionario de confianza que solo acata y cumple órdenes a rajatabla. En su posible nueva función al mando de la región, la población liberteña espera de él a un líder que sepa conducir la gestión, mientras este también necesita de uno para subsistir. Así que a partir de octubre nos espera un futuro lúgubre.