Abraham Valdelomar se moriría nuevamente si coteja su mil veces citada frase “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo” con nuestra realidad.

Las élites peruanas no parecen advertir que el Perú ha cambiado y un sector de la clase dirigente parece divorciado de la realidad. La indiferencia frente a los problemas del pueblo y la mirada limeña a los problemas nacionales puede traer consigo cambios radicales en los próximos comicios. La conformidad con el statu quo y la poca sensibilidad social alejan a los políticos del pueblo. De ahí que buena parte de la ciudadanía esté de acuerdo con el cierre del Congreso y con un cambio en la forma de hacer política.

Mercedes Aráoz debe ser capaz de despitucar el gabinete y acercarlo al pueblo, que hoy no se siente nada representado. Su misión es demostrar que sí es posible escuchar al pueblo y hacer un buen gobierno. No puede dejar que se siga caricaturizando al gabinete y se diga que dejó de ser “de lujo” para ser “de lujos” o “de lucro”. Si quiere tener éxito, tiene que poder acabar con la frivolidad que se les achaca.

Lo dicho por Valdelomar -gracias al centralismo y la concentración del poder que se mantiene- puede parafrasearse hoy así: “Dios es peruano, pero por ahora vive en Lima y despacha en San Isidro”. Mientras eso no cambie y no se demuestre que existe un real entendimiento de la problemática social, el pueblo se mantendrá descontento y cualquier cosa puede pasar.