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La primera entrevista que ofreció Donald Trump como presidente electo de los EE.UU. ha puesto los pelos de punta de los migrantes en ese país. Trump ha dicho que va a deportar a unos 3 millones de indocumentados. Se trata de un anuncio bastante complejo. Lo puede hacer porque tendrá poder para ello, pero no lo hará en ese tamaño. En primer lugar, todos los días se producen deportaciones en ese país porque es parte de su política de control migratorio. Eso no va a cambiar. Pero deportar a unos 3 millones de personas con irregularidades en su status legal, es otra cosa. Serán deportados aquellos que cuentan con antecedentes penales o policiales relevantes. Resultará un completo descalabro deshacerse de mano de obra barata y buena como es la que le ha venido proporcionando en su inmensa mayoría la región latinoamericana. Seamos claros. Los latinos han contribuido notablemente en el engrandecimiento de la economía estadounidense que en el caso peruano llegan hasta 1.2 millones, donde la mitad están en condición de irregulares. Esa es una realidad innegable que deberá tener muy presente el próximo gobierno de la Casa Blanca. Hoy más que nunca el fenómeno migratorio es un asunto que debe ser abordado con inteligencia y con mucha expectativa; además, existe una importante doctrina internacional sobre el tratamiento que deben otorgar los Estados a los migrantes, y que está fundado en principios imperativos del derecho internacional humanitario que es eminentemente proteccionista. En los últimos días Trump ha sido objeto de presiones por algunos sectores que siguen atentos a que cuando presidente, haga lo que ha dicho durante la campaña. Puede ser una actitud propia de la estrategia que le dio resultados en estas elecciones. Más de 40.4 millones de inmigrantes viven en el país donde convergen todas las sangres, es decir, alrededor del 13% de la población nacional. Un dato adicional es que más de 18 millones son ciudadanos naturalizados, 11 millones son residentes permanentes o temporales con permiso legal y más de 11 millones están en el país sin autorización, es decir, más o menos el 3.7% de la población de EE.UU. al 2015. Los migrantes son un grueso humano que ha venido aportando y solucionando problemas del día a día a los estadounidenses, los que desde el 2001 los han visto como una amenaza. Eso es un error y debe cambiar.