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En pocas horas Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, elegirá a su 45° presidente, tras una dura y dramática campaña que ha tenido como protagonistas a la demócrata Hillary Clinton y al republicano Donald Trump. Uno de ellos llegará a la Casa Blanca y la cosa está muy peleada, pues en el tramo final las encuestas indican que el resultado será ajustado y que cualquier cosa puede pasar.

Esta campaña ha estado basada en los ataques más que en las propuestas. Desde las filas demócratas se ha tratado de sacar provecho de los exabruptos del magnate Trump, algo no muy difícil si se tiene en cuenta el perfil del peculiar candidato, que no ha perdonado ni a las mujeres ni a la discapacidad física de un periodista que se atrevió a criticarlo.

Los republicanos han respondido atacando a Clinton, a quien acusan de ser el “continuismo” de los ocho años de Barack Obama y de haber sido ya “gobierno” por su rol de primera dama en los años 90 y por su función como secretaria de Estado hasta hace pocos años. El “affaire” de los correos electrónicos almacenados en un servidor privado y no en uno estatal, y por tanto seguro, también pasa factura a la esposa del expresidente Bill Clinton.

Estamos sin duda ante dos de los candidatos más impopulares de los últimos años en Estados Unidos, que además están inmersos en un proceso bastante reñido. Cualquier cosa puede pasar y es de esperarse que, gane quien gane, la región -y en especial el Perú- no se vea afectada con cambios radicales que traigan abajo lo que se ha avanzado, especialmente en materia de intercambio comercial y normas migratorias. 

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