El efecto Odebrecht recién comienza, la corrupción carcome el sistema, muchos jóvenes se asquean al escuchar las noticias y reciben el mejor consejo de sus padres: “No te metas nunca en política, todo es corrupción”.

La comisión “Lava Jato”, recién instalada en el Congreso, no garantiza un trabajo serio e imparcial, su propio presidente está cuestionado por casos de corrupción, y en Colombia ya han detenido a un exviceministro del expresidente Uribe.

En el Perú recién comienza la investigación, y Marcelo Odebrecht (el Henry Meiggs de este siglo) tiene las pruebas contundentes de todos los que recibieron sobornos, y como se ha acogido a la “delación premiada”, lo que equivale en nuestro país a la colaboración eficaz, está señalando a los corruptos.

Es decir, más temprano que tarde irán cayendo uno por uno aquellos que se enriquecieron a costa de un Estado que debieron defender, y de miles de peruanos que con esos millones debieron salir de la pobreza.

En el Perú se hablará de un antes y después de Odebrecht, y este panorama de corrupción de la clase política, que ensombrece esperanzas, hace que caras nuevas puedan asomar con mucha simpatía.

Los favoritos para hacerse de la Presidencia el 2021 podrían ser Verónika Mendoza o Julio Guzmán; ella ya tuvo una buena performance en la pasada elección y a él no lo dejaron competir por un error administrativo en su inscripción.

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