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César Acuña y Julio Guzmán decidieron respaldar a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) para la segunda vuelta electoral, mientras Alfredo Barnechea, Verónika Mendoza y Alan García no tomarán partido por ninguno de los dos candidatos presidenciales. ¿Qué queda en la olla? Convencer al grupo más duro: el club de los incrédulos.

Este club de los incrédulos está integrado por los peruanos ausentes que prefieren pagar su multa (4 millones, aproximadamente), quienes anularon su voto (un poco más de un millón) y aquellos que no se dieron la molestia de marcar por ninguno de los candidatos presidenciales (2’225,449). Suman, por diferente motivo, unos 7 millones de ciudadanos hábiles para sufragar.

Esta gente es un duro hueso de roer tanto para Keiko Fujimori como para PPK, pero puede definir la próxima elección. Sin embargo, es extraño que previo al balotaje ninguno de los dos finalistas enfoque sus propuestas en la reconciliación con esta masa de peruanos disconformes, en su mayoría, con toda la clase política.

¿Cómo entender a los peruanos de pensamiento grisáceo y divorciados con sus autoridades? Primero, se debe identificar quiénes están en este bloque (clases A/B/C/DE). Segundo, la principal razón de su distanciamiento con los deberes ciudadanos. Tercero, qué los puede hacer cambiar de opinión.

Sinceramente, si no fuera por la multa al no emitir el voto, a muchos les ha coqueteado la idea de no creer en este derecho. Uno de los principales motivos no es la calidad del candidato, sino el funcionamiento del Estado. Por ejemplo, una persona que paga sus impuestos y le roban en la puerta de su casa, renegará de que cada mes el sector público le coja parte de su salario por un mal servicio de seguridad.

Además, ¿cómo confiar en un candidato presidencial si los ciudadanos que aportan al erario reciben menos respaldo de parte del Estado? Esta desconfianza es la que conlleva a que, en tiempos electorales, no haya muchas ganas de tomarse su tiempo para ir a votar.

La gente quiere un Estado a su servicio, no al servicio de quien gobierna; que, así como cumple obligatoriamente con sus deberes financieros, de igual manera reciba el respaldo del aparato público. Costará mucho devolverles la fe a los incrédulos del 10 de abril, pero atención que este club cada vez tiene más socios.