Coyuntura boliviano-chilena muy movida precisamente cuando hoy se celebra el Día del Mar para el país altiplánico, paradójicamente encerrado en los Andes luego de la guerra de 1879 y de la firma del Tratado de 1904, quedando convertido en una nación desventajosamente mediterránea. Recordemos que La Paz y Santiago no mantienen relaciones diplomáticas desde 1978 -solo en el nivel consular- y la de hoy está esencialmente judicializada. No es casual que la reciente detención en la zona de frontera de dos militares y siete aduaneros bolivianos se haya producido en la víspera de la presentación de la réplica boliviana en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por el juicio incoado por La Paz para que los sureños queden obligados a negociar una salida soberana al mar. Evo Morales aprovecha esta celebración, que perennizó la valerosa defensa de Calama por su héroe Eduardo Abaroa, para recordar a Chile que su ejército les arrebató el departamento del Litoral. En la idea de Morales, la efeméride de hoy sirve, entonces, de inmejorable ocasión política para reivindicar la posición boliviana, aunque lo real es que la CIJ solamente razonará de puro derecho. Los bolivianos deben esforzarse por que sus argumentos escritos sean convincentes durante la etapa de los alegatos -fase oral-, que se iniciará algún tiempo después de que Chile presente su dúplica, prevista para el próximo 21 de setiembre como fecha límite. Hay que reconocer la connotación histórica que los bolivianos otorgan al mar que perdieron y reclaman sin desmayo. Nosotros, en cambio, no hemos relievado el día del fallo de la Corte sobre los límites marítimos con Chile -27 de enero de 2014- para fundar en nuestro imaginario colectivo nacional la tesis de la victoria jurídica peruana. No está en modo trascendente en el currículo escolar, y al año 2016 lo denominamos “Año de la consolidación del Mar de Grau” cuando ni siquiera pescamos en el espacio marítimo que nos dio la Corte y seguimos ausentes de la Convención del Mar.