GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Luego de la polvareda que se armó por el último debate presidencial en Piura, donde Keiko Fujimori y Pedo Pablo Kuczynski dejaron más moretones a la vista que propuestas para recordar, podemos coincidir en que el mensaje al público era demostrar quién es el más fuerte, no quien tiene más ideas.

Esta puede ser una estrategia de campaña que apela a lo emocional y a la identificación de los peruanos con la persona que adopta una postura más desafiante y criolla. Por eso, un gran número de electores que vio el debate recuerda más a su sentido brutal que al consciente.

Digamos que a estas alturas pocos de los ciudadanos que ya han decidido su voto entran en razón para cambiar de postura, así que tanto Fujimori como Kuczynski tratan de captar la atención emotiva de los indecisos (20%). Por ende, los irracionales, a quienes no les entran balas, tienen una reacción inmediata luego del debate, casi a pulso de pulmón. A esos se les da por descontados.

Vaya que los estrategas políticos de los aspirantes a la Presidencia de la República han logrado que los ciudadanos, al final, solo recuerden este debate por los ataques. Para ellos, la oportunidad de resaltar en propuestas ya no genera mucho crédito en los votantes, sino solo frialdad y desconexión con el público.

Si luego de este debate me preguntan quién ganó más electores, diría que, según el criterio peruano, fue el candidato que atacó más. Además, si bien hay personas que esperaban una lucha de ideas, hay otras que solo querían escuchar un verso al estilo Popy Olvera contra Alan García.

Sin embargo, el próximo domingo en Lima, en el segundo debate, con el tema de seguridad ciudadana como punto estelar, la postura de ambos candidatos presidenciales no cambiará mucho. Nadie puede ser ingenuo de pensar que la gente espera que el futuro presidente sea un tipo flemático y centrado frente al hampa, sino lo más rudo posible.

A ambos contrincantes políticos les convendría que, siendo su última presentación ante millones de peruanos previo al balotaje del 5 de junio, aprovechen para desquitarse de esa imagen borrosa que dejaron en su primer tope en público.