El guerrero que todo lo ve
El guerrero que todo lo ve

El Presidente sostuvo que Sendero estaría detrás del conflicto contra Tía María. Sendero y ciertos intereses políticos estarían buscando desestabilizar al país. El Perú post-Fujimori optó por la desarticulación de los servicios de Inteligencia, olvidando que no existe país desarrollado que no cuente con una inteligencia sólida. Los “demócratas”, demostrando su falta de capacidad para gobernar, creyeron que lo mejor era eliminar la semilla del mal, y no vieron que la inteligencia era necesaria, que se debía regular y colocar contrapesos. Hoy, con una inteligencia dedicada a investigar a Gastón, los dirigentes de Tierra y Libertad, Sendero y el etnocacerismo amenazan con incendiarnos la pradera.

Ollanta, el guerrero que todo lo ve, decidió regresarnos a los ochenta declarando estado de emergencia en Islay.

Sin inteligencia, volvió al rastrillaje casa por casa, como hacia el Ejército durante los gobiernos de Belaunde y García. Recordándonos que fueron los campesinos atrapados entre dos fuegos quienes más sufrieron.

La historia del desarrollo de los países ha sido distinta en tiempos y procesos, pero si en algo coinciden los expertos es que para lograrlo se deben cumplir tres requisitos indispensables. Primero, la impersonalidad de las instituciones. En un país desarrollado existe un orden social de acceso abierto a las instituciones económicas y políticas, mientras que en uno no desarrollado este acceso está condicionado a características personales y basado en las relaciones entre la élite. El crecimiento económico no es suficiente, pues en los países en desarrollo está basado en la exclusión, las relaciones asentadas en privilegios y la apropiación de rentas. Ello se evidencia en el caso de las industrias extractivas en el Perú. Por ello, aunque el crecimiento experimentado la década pasada hubiese sido mantenido, sería insuficiente para lograr el desarrollo.

Segundo, el Estado de Derecho. En los países desarrollados el Estado garantiza la igualdad ante la ley, la seguridad jurídica, el respeto al derecho de propiedad y los contratos. En el Perú la justicia la compra aquel que tiene acceso al poder.

Tercero, el Estado debe tener el control sobre el monopolio de la violencia. Esto es, solo el Estado a través de la ley puede ejercer la violencia (orden, persecución, sanción) sin que ningún otro grupo (narco/terrorista, huaraquero, etnocacerista) pueda hacerlo. En el Perú, el principio de autoridad ha sido socavado por la pérdida de legitimidad del Estado. La población cuestiona el uso legítimo de la violencia por el gobierno de Humala.

Hace unos meses la clase empresarial, siempre tan conectada con el país, sostenía que estábamos a un pasito de la OCDE. Que ya casi llegábamos, que era cosita de nada. ¿Cómo la ve?