Alberto Fujimori le ha dado un golpe de Estado a la noticia. Desde aquella carta, en la que dice que se siente morir en la Diroes, todo el mundo habla de él. Lo apuntala bien su hijo Kenji, que, entre otras cosas, regañó a su bancada -cuya lideresa es su hermana Keiko- para que lo ayude a lograr la libertad del expresidente.

El otro gran culpable de esta monopolización de la información es Pedro Pablo Kuczynski. Con una capacidad extraordinaria para meterse en camisa de once varas, anunció que su Gobierno estaba evaluando la situación de Fujimori y ahora las huestes naranjas lo han puesto contra la pared: indulto o nada. Y Keiko, para no se opacada por el hermanito rebelde, ha salido con su “hábeas corpus de la libertad”, olvidándose lo que prometió en la campaña electoral.

Parece que PPK no advierte que se ha disparado a los pies. Justo en instancias en que empezaba a trepar en las encuestas y la gente resaltaba su trabajo frente a la furia de la naturaleza, propicia el desvío de la atención hacia un tema muy sensible y que le jugará en contra si no copa las expectativas del conglomerado que -con o sin una tendencia política- guarda simpatía por el “Chino”.

La reconstrucción nacional y las previsiones de cara al friaje y la “era del hielo” que ya se siente en gran parte de nuestro país, además de urgencias como la seguridad ciudadana, son en este momento temas secundarios por obra y gracia del propio jefe del Estado. La comidilla es Alberto Fujimori y vamos a ver si no le sabe a hiel.