GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Ayer, 27 de noviembre, celebramos el 137 aniversario de la Batalla de Tarapacá. Una de nuestras victorias durante la guerra que tuvimos con Chile (1879-1883), y en ella cobró notoriedad y reputación el entonces coronel Andrés A. Cáceres, que en los años posteriores al conflicto fuera dos veces presidente (1886-1890; 1894-1895) y de larga vida -vivió hasta 1923-. Veníamos de perder otra, la de San Francisco, 8 días atrás. Sucedió cuando nuestras tropas -3000 hombres- se dirigían hacia Arica. No fue una batalla cualquiera, al contrario, una de las más encarnizadas de la guerra. En dos tiempos y por más de 9 horas, un extraordinario despliegue definido por el cerebral Cáceres, junto a Belisario Suárez y a quien después se convertiría en enorme figura nacional por su heroicidad en Arica: Francisco Bolognesi, nos hicieron triunfadores. Las bajas chilenas superaron el medio millar, los heridos casi 200 y los prisioneros llegaron al centenar. La impecable acción peruana de Tarapacá la hizo una batalla modelo, donde en muy poco o en nada podría diferenciarse de la Batalla de Austerlitz de 1805 (actual República Checa) de Napoleón Bonaparte.

En Tarapacá, las guarniciones desplegadas con ingenio permitieron que las del chileno Eleuterio Ramírez sucumbieran y, lo más importante en las acciones bélicas de esa época, logramos arrebatar al segundo de línea sureño, el estandarte de Chile. En esta batalla, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo fue capital. Los nuestros, excitados por ver en nuestras manos la bandera enemiga, arreciaron con fuerza para decidir la batalla. Han pasado 137 años y esta técnica de combate sigue intacta. Hoy muchos estrategas la descartan en la idea de que la tecnología se impone en la guerra y eso es un completo error. Las acciones para hacer retroceder a los miembros del Estado Islámico en Mosul (Iraq) o Alepo (Siria) no funcionaron únicamente con los bombardeos de la coalición internacional, sino con el despliegue de sus infantes. Los nuestros hicieron suya Tarapacá y la declararon como el Día del Arma de Infantería.