En medio del desmadre que se vive el país por los enfrentamientos entre el gobierno y la oposición, donde los casos Óscar López Meneses y Martín Belaunde Lossio, y el reglaje a opositores y miembros del humalismo siguen marcando la agenda, la celebración del primer aniversario del fallo de la Corte de Justicia de La Haya nos hace ver que cuando hay intereses de Estado, es posible ir en el mismo sentido sin mayores desavenencias.

Personalmente, hubiera preferido otro tipo de celebración por el primer año del fallo. Si el logro de recuperar parte de nuestro mar se obtuvo luego de un impecable juicio en un tribunal internacional, es decir, por la vía pacífica, por qué tenía que hacerse una ceremonia castrense en la Plaza de Armas de Lima con tropas formadas, escoltas y honores militares. En fin, tenemos un presidente militar y quizá haya que mirar la cosa desde esa perspectiva para entenderla.

Pero volviendo al primer punto, sería bueno que así como la demanda ante La Haya, su seguimiento y su ejecución fue una política de Estado que pasó por tres presidentes y unió a los gobiernos y a la oposición de turno, otros temas vitales para el país también sean considerados tan importantes como la recuperación de nuestro mar. En estos casos no se trata de soberanía, sino de asuntos que solo podrán ser solucionados con el concurso de todos.

Hay la misión de apuntalar la economía para crecer al menos más del cinco por ciento en el 2015, luchar contra la violencia en las calles y poner freno a la corrupción que, como vemos, no tiene visos de detenerse especialmente en las regiones, lo que además significa atraso y frustración de la gente. Sin embargo, es el gobierno del presidente Humala, que para eso es gobierno, el que debe de tender puentes hacia todas las fuerzas políticas a fin de formar un solo frente.

El problema es que nada se logrará si el humalismo insiste en poner en la mecedora el esclarecimiento de casos como López Meneses y Belaunde Lossio; y sigue recurriendo a la mentira y la prepotencia, esta última personificada en el ministro del Interior, Daniel Urresti, ante denuncias como las de espionaje a opositores desde el sistema de inteligencia. Que el jefe de Estado se haga un favor y tienda puentes tomando como ejemplo el caso de La Haya. Es lo mejor que podría hacer por sí mismo.