Esta semana el clima convirtió a Lima en la ciudad más caliente del país. Los alcaldes de los pueblos afectados por los huaicos hacían gala de variados recursos histriónicos para que sea evidente su sorpresa y preocupación, cuando lo que se esperaba de ellos es que hubieran realizado intensas campañas preventivas. Pero, a pesar de que el Senamhi anunció con hasta cinco días de anticipación las lluvias que se venían, pocas autoridades tomaron las medidas para enfrentar la crisis climática como corresponde. Mientras tanto, se cortaba el agua en varios distritos de Lima y el calor reinante hacía que la marcha del colectivo “Con mis hijos no te metas” pareciera un espejismo de irrealidad y fantasía, porque justo los días previos a dicha manifestación el ilustre católico Luis Figari era absuelto de los cargos de abuso sexual a los menores que habían formado parte del Sodalicio. Y justamente la jueza autora de esa absolución era una católica acérrima que bien podría haber estado marchando en ese desfile de almas teledirigidas por los pastores y los curas de nuestra vanguardista clase religiosa. El mensaje era: con mis hijos no te metas si se trata de enseñarles respeto a todas las personas, sean del género que sean. Pero qué importa si un grupo de gente dedicada a Dios manosea y viola a otros.

La historia se reirá en el futuro de esta gente que no hacía otra cosa que sembrar odio y desinformación en una población que felizmente, y según una reciente encuesta, apoya las iniciativas educativas que enseñan a respetar al prójimo. Después de todo, Cristo decía que el amor al prójimo está por encima de todas las cosas.