El “pato cojo”
El “pato cojo”

Casi es un hecho que la Mesa Directiva del Congreso estará a partir del 28 de julio en manos de la oposición. Y también que la exigua aprobación de Ollanta Humala habrá caído hasta orillar la deslegitimación casi absoluta. Entonces ingresaremos a un periodo en que será imposible la disolución del Parlamento y el gobernante habrá llegado en muy malas condiciones a la etapa del “pato cojo”, expresión norteamericana que se refiere a los presidentes que, como Obama, están en la última parte de su mandato y saben que no serán reelegidos. Un “pato cojo” es el que no puede seguir al grupo y cae víctima de los depredadores o alguien que no paga sus deudas. Un síndrome bien conocido signado por la pérdida del poder antes de su entrega formal.

No parecería ser el caso del gobierno a estar por las iniciativas para las que han obtenido delegación de facultades en economía y en seguridad. La primera padece de franca desaceleración y necesita incentivos para la inversión. La segunda enfrenta una situación límite. Un testigo inadvertido pensaría que les quedan un par de años de gestión, pero en solo un año deberán entregar el poder y antes de ese tiempo tendremos el sucesor. Escenario de por sí espinoso con un militar infranqueable y autoritario, que comparte ilegalmente con su esposa el gobierno y demasiados cuestionamientos por opacidad y corrupción. Que es poco amigo del diálogo, pero sí de la confrontación, que cae muy mal en tiempos de convulsiones propias de toda campaña.

Le será muy duro seguir gobernando. Y aquí viene la responsabilidad de la oposición que asumirá el presente griego de conducir el Congreso. Un Parlamento desprestigiado deberá buscar el equilibrio y facilitar el diálogo, precisar la mejor agenda en armonía forzada para que la labor opositora signifique un beneficio y no un agregado al caos. Complicado, pues en campaña, la figura del Presidente se disuelve en el tráfago de actividades de los aspirantes y resulta improbable que los políticos se abstraigan para conversar sobre proyectos de ley. Mientras el pato sigue cojeando, el país continúa viviendo y espera la mayor responsabilidad política para preservar la estabilidad y el avance. Ardua tarea.