El Concurso Mundial de Bruselas nace en Bélgica el año 1994 promoviendo las bebidas alcohólicas. En él han intervenido productores de nuestro pisco con resultados halagadores. Citamos la destilería Caravedo de Johnny Schuller, ganadora de la Medalla de Oro 2016. La 23° edición se cumplirá en agosto próximo en el vecino Chile. Los anfitriones, asumiendo una postura disonante, exigen a acreditadas bodegas incas postular en la categoría “aguardiente de uva” y no “pisco”, como en anteriores ediciones. 

Ello invalida en esencia el impulso del referido concurso; sus fundadores deberían subsanar esta idea equivocada. Porque el licor de tradición, declarado el 7/04/88 por el Instituto Nacional de Cultura “Patrimonio Cultural de la Nación”, merece suma cortesía y además representa un tributo a la historia y a la identidad peruana. Reseñemos: la vid fuente principal de su elaboración fue traída a Chincha por los españoles de la mano de sacerdotes dominicos; las cepas iniciales, el fraile Cristóbal de Castro las siembra en Sunampe y consigue los primeros frutos allá por 1550. 

Luego, durante la época de la Colonia, sus pobladores comienzan a elaborar vino y un destilado de uva, o sea el aguardiente que lleva el nombre de pisco, asociado al valle productor y al puerto del cual se embarcaba hacia distintas regiones del Virreinato. “Pisco de uva negrita/Pisco rico pisco que las penas mata/Yo le consumo el de uva Italia es tan fino como su amo que con su aroma le alegrará todo el año”. Fragmento del pregón “El pisquero pisqueño” de la cantautora limeña Carmen Flores.