Hace unas semanas fui invitado por el gobierno japonés para participar en el Programa Juntos, una iniciativa que permite a latinoamericanos menores de cuarenta años viajar al país del Sol Naciente y conocer su sistema institucional, los avances de su tecnología, las tradiciones ancestrales de su pueblo y la enorme capacidad de resiliencia de los japoneses. Diez días de intensas actividades académicas y culturales permitieron que un grupo de veinticuatro sudamericanos visitara Tokio, Nara, Hiroshima y Osaka, conociendo de primera mano la gran transformación protagonizada por los japoneses en las últimas décadas.Perú y Japón tienen una agenda común. Y un lazo fundamental. La segunda comunidad de nikkeis en el mundo vive en nuestras fronteras. El factor humano es esencial para el desarrollo del Perú y juega un papel fundamental (tendría que hacerlo) al establecer los lineamientos de la política exterior del Estado. No solo tenemos una gran comunidad nikkei en nuestra tierra. Más de 55 mil peruanos de origen japonés viven en Japón, lo que crea una red humana importantísima que el Estado peruano debe fomentar.Estando en Japón, nos contaron cómo otros países, sin tanta comunidad nikkei ni lazos históricos con Japón, implementan políticas de transferencia de tecnología y cooperación para el desarrollo. Hay casos de éxito con Chile, Brasil y Centroamérica. Japón, creando espacios como el Programa Juntos, una iniciativa del primer ministro Shinzo Abe, da un paso importante en su relación con Latinoamérica. Ser una nación global implica tener plena conciencia de la importancia de apoyar con recursos la construcción de una sólida imagen internacional.