La historia de la sociedad internacional en los últimos 30 años relieva en el marco del océano Pacífico, abarcando una extensa cuenca donde se moviliza más del 60% de la dinámica económica del planeta. Para entender la dimensión de la Alianza del Pacífico, integrada por Colombia, Chile, México y el Perú, cuyos jefes de Estado se reunirán desde mañana 1 de julio por dos días, tengamos presente que el 40% del comercio de América Latina con el mundo es realizado por la Alianza y que el 41% de la inversión internacional a nuestra región latinoamericana es captada también por los países de la Alianza, que en conjunto suman más de 209 millones de habitantes. Así, pues, ya no es un secreto que la Alianza del Pacífico, que representa la novena economía del mundo, busca convertirse en un espacio de libre tránsito de bienes, servicios, capitales y personas.

Desde esta perspectiva, la inminente reunión de Paracas deberá anunciar la fecha de entrada en vigencia del acuerdo marco del bloque firmado en junio de 2012. Hay que hacer que la decisión de los cuatro países de crear un área de libre comercio, con acceso sin aranceles al 92% de los bienes que se comercializan dentro del bloque, sea una realidad contante y sonante. El resultado deberá otorgarle un dinamismo a la cadena productiva sin precedentes, tal como lo fue en la Unión Europea, cuya fluidez comenzó después de la consolidación de su integración económica en los años 90. Los países de la Alianza, paralelamente en su empeño de consolidar su proceso de integración regional -hay que trabajar mucho para ello-, están empeñados en buscar nuevos mercados, siendo los Estados de la Cuenca del Pacífico, a los que habrá que imprimirle una particular atención. Aprovechemos nuestra condición geopolítica privilegiada -pegados al Pacífico-, distanciándonos de los contrarios al libre mercado.