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Seguro que muchos no lo saben, pero el legislador aprista Elías Rodríguez Zavaleta, quien se acaba de hacer famoso por incluir textos ajenos como suyos en sus proyectos de ley, está en su tercer periodo como congresista y como tal aspiraba a ser el secretario general de su partido. Sin embargo, con el escándalo en que está metido, que incluso le ha costado la tercera vicepresidencia del Congreso, es poco probable que el caballero pueda levantar cabeza.

Durante diez años, este legislador elegido por la región La Libertad fue el rey del perfil bajo. Se supo de él años atrás cuando se le vinculó con sus paisanos los Sánchez Paredes. Más allá de eso, pocas veces se le vio destacando en Lima. En su jurisdicción sí se mantuvo muy activo, especialmente en el distrito de El Porvenir, donde, se dice, iba de puerta en puerta tratando de captar votos. Su estrategia resultó, pues en 2011 dejó fuera del Congreso nada menos que a Luis Alva Castro.

Apenas Alan García dejó el poder y se vio frente a la “Megacomisión” creada por los nacionalistas, todos vimos a Mauricio Mulder y a Javier Velásquez Quesquén saliendo en defensa del exmandatario. Sin embargo, de Rodríguez Zavaleta poco se supo en esos años. En julio último, su partido le encargó asumir la tercera vicepresidencia del Congreso, como un intento, afirman los apristas, de dar mayor protagonismo a los “nuevos rostros del partido”.

Todo iba bien hasta que en medio de su campaña por la Secretaría General del APRA, que contaba con el público apoyo del expresidente García, y desde la cual lanzó una lamentable frase contra su colega de bancada Luciana León, fueron saliendo a la luz los textos plagiados en los proyectos de ley que presentó. Trató de culpar a su asesor por el delito y más tarde dijo que firmó sin leer el proyecto copiado. Fue el final.

Elías Rodríguez ha dejado su cargo en la Mesa Directiva del Congreso y es difícil que siga su campaña para liderar su partido. Estamos, pues, ante una salida a la luz más que efímera, que nos hace ver que no siempre los partidos históricos y con cuadros formados desde muy jóvenes dan a nuestro país los políticos que necesitamos. A propósito, sería ideal someter a un análisis los proyectos de ley presentados en los últimos años, para ver qué otras sorpresas encontramos.

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