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Recibo una información fidedigna sobre el uso del anticonceptivo oral de emergencia (AOE), la famosa “píldora del día siguiente”, de una cadena de boticas esparcida por el norte del país. Al mes expenden unas 5,000 cajas de este producto y ocupa el lugar N° 17 dentro del registro de ventas mensuales.

Es decir, 5,000 mujeres, de todo tipo de creencias, se tomaron la libertad -o con su pareja- de qué hacer con su vida sin hacerle daño a nadie -mejor dicho, sin querer hacerle daño a nadie-. No se sabe si en realidad la pastilla surgió efecto y se evitó el embarazo no deseado, pero ellas decidieron sobre su cuerpo.

Es decir, 5,000 mujeres -o sus parejas- tuvieron la suerte de poder comprar dicho fármaco con la única finalidad de conseguir su deseo: no salir embarazadas. Ellas no se fueron a un médico, no se sometieron a una intervención para desechar a su bebé. Ellas -o sus parejas- consideraron que no era el momento oportuno de quedar preñadas.

Es decir, 5,000 mujeres -o en pareja- fueron responsables para no concebir. No tomemos la pastilla de la moralina, el tener sexo no implica solo querer traer un ser humano al mundo. Ellas se preocuparon por no anidar -para usar términos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- en su útero porque fueron libres y así lo quisieron.

Es decir, 5,000 mujeres creen que hay más alternativas para no quedar inseminadas. La capacidad de ellas -o sus parejas- es tener una reacción válida después del sexo. Ellas no son libertinas porque dicha pastilla no tiene efecto positivo si se usa más de una vez al mes, así que esto no las hace promiscuas. Tuvieron otra opción más que un preservativo, un óvulo, el método del ritmo o la abstinencia.

Tengo mucho respeto por la Iglesia Católica, por mi formación educativa y moral, y aplaudo su intervención en el debate generado por el uso de la píldora del día siguiente. Sin embargo, en su último pronunciamiento no se dirigen a las 5,000 mujeres que tomaron este anticonceptivo, sino a quienes no tuvieron suficiente dinero para comprarlo o tenían nula educación sexual. ¿Se imaginan las cifras en el ámbito nacional?