El pasado viernes, el ministro de Agricultura, Juan Manuel Benites, desde Apurímac, anunció que el Gobierno, ante la ausencia de lluvias, declarará en emergencia diversos distritos de las regiones Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Ayacucho, Junín y Apurímac.

La medida es en respuesta a la solicitud formulada por diferentes autoridades regionales; sin embargo, lo expresado por el representante del Ejecutivo sigue siendo un mero anuncio que falta cumplirse con la respectiva norma.

Queda en manos de las autoridades locales de cada región del sur presionar para que la emergencia sea realidad cuanto antes para atender a los damnificados que ya deja la sequía.

Es cierto, en las últimas horas se presentan lluvias esporádicas en algunas regiones del sur para alegría de agricultores y ganaderos; sin embargo, dicho recurso no garantiza el agro y menos el consumo humano.

Los gobernadores regionales del sur no pueden confiarse en que con dichas precipitaciones se aleja la amenaza de sequía y por ello deben diseñar urgentes planes de prevención para la próxima hambruna de los siguientes meses en varios pueblos, toda vez que sus producciones agrícolas se perdieron, sumado a ello que el agua escaseará en quebradas donde no existen sistemas hídricos regulados.

Además, hay que pensar que la falta de agua será por los deshielos acelerados sufridos por los nevados y la mayoría de ellos hoy parece un cerro más. Esto afectará seriamente a los puquios y manantiales que son los grandes abastecedores de agua a pueblos enteros, que de seguro desaparecerán.

La emergencia una vez declarada tiene que ser usada con rapidez por los gobiernos regionales y no esperando que otros hagan su trabajo.