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En el día de su aniversario institucional, es bueno rendir homenaje a la Policía Nacional del Perú y a los miles de buenos miembros que la integran. Ahí están los agentes que no tienen horarios, los que están sirviendo en los últimos rincones del país, los que se meten a un río caudaloso a sacar a una persona atrapada, los que se enfrentan a balazos a delincuentes aun cuando están en sus horas libres y todos aquellos que ponen el pecho por la ciudadanía, por nosotros.

Sin embargo, lamentablemente, en este día, es necesario recordarle al nuevo gobierno que tiene un compromiso inmenso e impostergable con dicha institución: el de limpiarla de los malos elementos que con su accionar al margen de la ley no hacen más que manchar su buen nombre y el trabajo de los buenos agentes, que son la inmensa mayoría. Urge una limpieza a fondo y no se puede esperar más para esa labor.

En el Perú no podemos seguir conviviendo con el policía corrupto que cobra una coima al que se pasa la roja, con el que está metido en las mafias de la gasolina y las medicinas del hospital, con el que “arregla” el atestado para beneficiar a alguien en problemas, con el que se lleva a su casa parte del rancho de su gente o con el que monta su cooperativa de ahorro y crédito para descontar por planilla a miles de agentes que ni se dan por enterados.

Como en cualquier país civilizado, un policía parado en la esquina tiene que ser sinónimo de rectitud, de honestidad y de servicio a los ciudadanos. Y al ver acercarse a un agente, los peruanos que no debemos nada ante la ley tenemos derecho a sentirnos seguros, y no en manos de un sinvergüenza como los que deben ser erradicados de una vez, luego de una evaluación técnica y objetiva, y no “política”, en el mal sentido del término.

Los buenos policías tienen todo el derecho de celebrar su día por todo lo alto. Para ellos un homenaje, mientras que para los malos agentes ojalá que sea el último año que pasen un 30 de agosto vistiendo el uniforme de Alipio Ponce y Alcides Vigo. Esta gente no debe seguir más en la institución y esperamos que el nuevo gobierno tenga la voluntad política y los pantalones bien puestos para hacer la necesaria purga de malos elementos.

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