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Resulta interesante el cuadro de aprobación y desaprobación que registra el nuevo Congreso, presidido por la fujimorista Luz Salgado, según la encuesta de GFK: 44% y 34%, respectivamente.

La data de abril de este año, en números de Ipsos, indica que el 77% de los peruanos rechazaba la gestión del Parlamento Nacional -en ese momento encabezado por Luis Iberico- y solo el 14% lo aprobaba.

¿Qué está pasando en el Legislativo? ¿Cómo se explica este aparente cambio de percepción, aunque sea pasajero, de la población ante un poder del Estado que siempre estuvo por debajo de expectativas ciudadanas? Hay algunas explicaciones iniciales, a nuestro entender.

Primero: la gente ha leído de forma positiva el hecho de que Fuerza Popular, la mayoría con 73 representantes, otorgue el voto de confianza al gabinete de ministros, encabezado por el premier Zavala, sin mayores condicionamientos que la explicación de cómo recibió el país de manos de Ollanta Humala y las líneas madres de acción para los próximos meses.

Segundo: ha sido una corrección sobre la marcha de la bancada “naranja” porque, precisamente, en un sondeo anterior de CPI el 52.6% advertía que las huestes de Keiko Fujimori se presentaban como perjudiciales para el país dado su ánimo de ponerle cortapisas a las iniciativas del Ejecutivo.

Tercero: una cosa es fiscalizar y hacer control político y otra, diferente, entorpecer por entorpecer. En este caso han primado los intereses nacionales, y eso es bueno para la institucionalidad del país.