Se ha puesto en entredicho la organización de los Juegos Panamericanos 2019 en nuestro territorio por la reconstrucción del norte del país, azotado por las lluvias e inundaciones de El Niño costeño. Como otras veces, una desgracia social encuentra su rebote en el ámbito político: el Congreso de la República.

Pero si bien puede pensarse que gastar 4125 millones de soles en obras para escenarios deportivos es un acto banal frente a la urgencia por atender un escenario catastrófico, tras lo ocurrido en Tumbes, Piura, Lambayeque, Cajamarca y La Libertad, también es debatible que esté en juego la imagen y el compromiso del país en el ámbito internacional.

Entonces, lo mejor sería revisar las arcas y saber si contamos con presupuesto para atender las dos necesidades. De la boca del presidente Pedro Pablo Kuczynski, así como del primer ministro Fernando Zavala, se ha escuchado que las obras públicas para recibir a las delegaciones deportivas cuentan con recursos previamente asegurados.

Mientras tanto, frente al inesperado El Niño costero, el Estado también tiene una reserva importante que debería utilizar: un fondo especial para este tipo de fenómenos naturales, tal como se ha empleado para atender otras emergencias del país. Tampoco aplaudamos el error de “desnudar un santo para vestir a otro”.

El tema da para el análisis, aunque el ruido haya salido de las oficinas de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) y sea el parlamentario Javier Velásquez Quesquén quien haya aterrizado el debate.

Tampoco es tan verdad que el hecho de ejecutar obras para la organización de un evento deportivo internacional sea tirar la plata al agua. Eso sí, habrá que pedirles a los órganos de control, como la Contraloría, la Fiscalía y la Procuraduría, así como a entes civiles, que vigilen bien los dineros de los peruanos.

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