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Una vez que el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, terminó su exposición ante el Congreso, el legislador aprista Jorge del Castillo hizo un pedido que me parece pertinente: que se esclarezca qué destino han tenido los equipos de interceptación telefónica que compró el gobierno de Ollanta Humala. El tema fue explicado por el ministro del Interior, Carlos Basombrío, pero hay mucho más que aclarar en el tema del sistema de inteligencia.

Lo señalo porque en las palabras del jefe del gabinete no hubo mayor mención a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), que no solo cuenta con equipos de “chuponeo” que nadie sabe bien a qué se dedican, sino que además está en una situación incierta luego de su desactivación, ocurrida en 2015, una vez que este diario destapó el ilegal y escandaloso uso que le venía dando el humalismo, que se la quiso dar de mal aprendiz de Vladimiro Montesinos.

Tras la exposición del premier Zavala ante el pleno del Congreso, algunos críticos han hecho ver que el funcionario prefirió no hacer mayor mención a cómo nos dejó el país el gobierno de Ollanta Humala. Los más audaces han señalado que esa “omisión” es la prueba de que la actual administración tiene un pacto secreto con el humalismo, del que además ha heredado un ministro y varios viceministros que mantienen sus cargos.

Explicar con total sinceridad cómo está hoy la DINI tras los espionajes realizados, y a qué se han destinado los equipos de interceptación telefónica, sería una buena forma de desmarcarse de la pestilencia dejada por Humala y sus compañeros de promoción en una institución cuyas funciones fueron desvirtuadas para armar ilegalmente expedientes y hacer seguimientos a gente que nunca ha sido una amenaza contra la seguridad del país.

El nuevo gobierno debe ser claro con el tema de la DINI, a fin de que para nada se le vincule con el pasado de esa entidad, que ojalá desde esta administración comience a ser usada para lo que la ley manda, y no para la baja política. Transparentar lo que ha venido pasando durante el humalismo en los antiguos reinos del “Doc” es una necesidad vital, caiga quien caiga. Servirá, además, para confirmar lo dicho por el primer Zavala en el sentido de que no hay pacto con el pasado.

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