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Hace unos días, Ojo Zurdo público un artículo del exdirigente emerretista Alberto Gálvez Olaechea, condenado a 20 años de prisión. Liberado recientemente ha publicado un libro que analiza lo que él llama el “posconflicto”. La publicación generó un debate sobre la idoneidad de la izquierda académica de darle espacio a los terroristas, lo que de alguna manera reivindica el terrorismo. Gálvez Olaechea, quien militó en el MIR (1970-1980), considera que su camino a la “insurgencia” fue “un recorrido natural producto del espíritu de la época en donde se consideraba que la revolución socialista era inminente y la lucha armada, un método válido”. Olvida, que esa revolución se levantó contra una democracia.

En defensa de Gálvez Olaechea, Antonio Zapata sostiene que la polémica es innecesaria porque este “ha purgado prisión por violencia política”, lo compara con Dilma y Mujica y resalta luego su trabajo académico.

Marisa Glave, en el post “Basta de Jugar con el Miedo”, sostiene que quienes cuestionamos la reivindicación de los terroristas le tememos a la izquierda. Son rápidos para responder y actúan en bloque. Todos defienden la libertad de expresión del dirigente emerretista y cierran filas. Nadie lo llama por lo que es: terrorista. La izquierda está en campaña para reivindicar su ideología y a sus cuadros. Parecen haber olvidado que durante años, Sendero y el MRTA bañaron al Perú en sangre con la excusa de la lucha armada. Con la del indio oprimido, asesinaron a campesinos, ciudadanos pobres, policías, militares y empresarios. Han olvidado que el baño de sangre fue indiscriminado, siniestro y encarnizado. Una democracia sólida debe tener representación de todo el espectro político. Por ello, una izquierda democrática que represente los intereses de un sector de la población es necesaria. Pero la izquierda peruana no está dispuesta a marcar distancia del terrorismo. Esta izquierda equipara al Estado peruano con los grupos terroristas y sostiene que el Estado cometió “violaciones sistemáticas de DD.HH.” y que “las Fuerzas Armadas eran terroristas”. Y nosotros se lo permitimos, porque preferimos mirar a otro lado que enfrentar a la izquierda y su retórica marxista. Sendero, el Movadef y Fudepp están buscando participar legalmente en política, pero aún reivindican el pensamiento Gonzalo. Patria Libre al MRTA. Para nuestra izquierda, el terrorismo no fue tal, fue violencia política. Poco importa que se hayan levantado contra una democracia y atacado al pueblo. Poco importa el terror y los muertos. Mientras tanto, seguimos mirando a otro lado evitando poner en debate hacia dónde vamos y con quién.

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