Y de pronto saltó el caso de un grupo de madres clamando por la liberación de la marihuana y el tema indignante de la corrupción vía Odebrecht encontró un alivio. Quién se ha muerto por fumar un tronchito, dijo no hace mucho nuestro actual mandatario refiriéndose a una planta que tiene efectos ambivalentes. Para unos es causa de locura y degeneración, y para otros un camino hacia el autoconocimiento, el relax y el bienestar.

Hay suficientes investigaciones que prueban los efectos benéficos de la marihuana, pero también hay advertencias que indican que la planta de marras no actuaría igual de bien para todos. Mientras para unos es fuente de bienestar, para otros es el trampolín a conductas destructivas.

Sin embargo, las madres agrupadas en el colectivo Buscando Esperanza han encontrado en la planta ilegal el mejor paliativo para aminorar el sufrimiento de sus hijos, la mayoría de los cuales sufre de cuadros ante los cuales los fármacos convencionales no brindan ya alivio alguno, y por el contrario terminan dañando órganos importantes.

Todo indica que luego de la iniciativa del Ministerio del Interior de despenalizar el uso de la planta para dichos fines, un nuevo capítulo se abrirá hacia el conocimiento de sustancias que por siglos han estado condenadas.

El alcohol es una droga que provoca muchas muertes por enfermedades asociadas al abuso y por accidentes de tránsito, y sin embargo goza de total legalidad y hasta de comerciales en la TV. Al parecer, pesan más los factores ideológicos para condenar una planta que solo actúa de acuerdo a quien la fuma, come o inhala.