La canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, ha vuelto a insultar al presidente de todos los peruanos pidiéndole que “saque sus fúnebres manos de Venezuela”, y eso desde el derecho internacional y el derecho diplomático confirma la insostenibilidad de la relación entre dos Estados conforme la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961. Lo voy a explicar. Por este tratado multilateral, los Estados se encuentran llamados a mantener una relación fundada en la buena vecindad, en la cooperación y en el marco de las reglas de la cortesía internacional. 

Cuando la ministra venezolana se dedica sistemáticamente a insultar al jefe de Estado peruano -ya lo había hecho antes diciéndole: “Usted es un cobarde… Pasó a ser otro perro del imperio norteamericano…”-, materializando la posición del Estado Bolivariano de Venezuela, es porque cuenta con la absoluta aquiescencia de su presidente, Nicolás Maduro. El insulto de la canciller llanera no es solo a Pedro Pablo Kuczynski, sino al presidente de la República, que personifica a la nación -algo mucho más intenso que solo representar al Perú y que lo tiene como atributo exclusivo conforme la Constitución peruana-. Con ello, la señora Rodríguez ha vuelto a ofender a los 31 millones de peruanos. La ruptura de las relaciones diplomáticas entre dos Estados está contemplada en la referida Convención de Viena (Art. 45°) y deriva de una incompatibilidad manifiesta que no permite sostener una relación dentro de la normalidad interestatal. Insultar al jefe de Estado de un país con el que se mantienen vasos comunicantes en el más alto nivel revela que dichos puentes están rotos. Para llegar a esta situación suele haber una escalada de la crisis bilateral, y en el caso peruano-venezolano se ha dado. Por las actitudes de la canciller Rodríguez y del gobierno chavista en general, decidimos llamar en consulta a nuestro embajador en Caracas, y luego, con su agravamiento, lo retiramos definitivamente. Por tanto, toca evaluar la permanencia de nuestra embajada en ese país.