Ya no resulta extraño que Jefferson Farfán vuelva a la órbita de la selección. Su nombre continuará mencionándose hasta que este proceso llegue a su fin; es motivo de polémica, de morbo y excitación. Lo cierto, sin embargo, es que su regreso al equipo cada vez coge menos peso, pierde coherencia y carece de fundamento.

El único punto que tiene a favor Farfán es el pasado. Su riqueza técnica, su velocidad, todos esos detalles que lo hicieron el mejor jugador peruano de los últimos años. Además, lo único que puede alimentar ese pasado es el beneficio de la duda, aquella que se va dirigida a la confianza en que en estos cinco meses pueda acercarse a su mejor versión, todo lo demás es morbo y especulación.

La palabra del capitán, Paolo Guerrero, encendió la pradera en torno al tema. El “Depredador” aseguró que la “Foquita” estaría en agosto ante Bolivia, mientras que el técnico Ricardo Gareca fue algo más hermético y cauto, mantuvo su versión de las puertas abiertas para todos en la selección, pero añadió un mensaje novedoso que ya se hacía esperar: “Hay muchos que esperan su oportunidad y en ellos estamos pensando”. Algo más claro respecto al tema, viniendo del argentino, no se puede esperar.

Acá hay algo claro, Farfán tiene una sensibilidad especial para el gol. Sin ser utilizado como delantero ha marcado 15 goles con Perú en Eliminatorias, más que Paolo Guerrero (9). Sus mejores momentos, para muchos, fueron cuando lo emplearon como “9”, en sus inicios con Alianza Lima y su primera experiencia en el extranjero, con el PSV Eindhoven. No es raro que, últimamente, haya formado parte de la lista de goleadores de las Eliminatorias.

Sin embargo, continuamos hablando del pasado. La realidad nos dice que la “Foquita” es un jugador casi retirado, tanto por las lesiones que lo aquejaron como por las malas decisiones que tomó. Detrás de él, si de calidad individual se quiere hablar, se encuentran Ruidíaz, Beto da Silva y hasta Bulos, pero si hablamos de ritmo de competición, afinidad con el grupo y mérito, todos le llevan la delantera.

Por último, existe un factor que supera a todo lo antes mencionado y es el compromiso, aquello que determina la diferencia entre que Farfán pueda y Farfán quiera serle útil a la selección. Como el propio Gareca lo dijo en algún momento y muchos coincidimos, la “Foquita” ya no es percibido como un jugador de esta selección, más allá de que su innegable calidad nos lo acerque cada vez que se habla de la Blanquirroja.