La semana pasada se deslizó la sospecha de que el organismo que preside el señor Pablo de la Flor para la reconstrucción no la tiene clara, o que no está siendo suficientemente transparente con las ciudades a las que afecta el FEN. Por aquí, al menos en el caso de Piura, teníamos entendido que su encargo se resume en lo siguiente: después de las obras, no tendremos por qué preocuparnos porque ya habremos quedado preparados (obras de prevención). Veamos por qué:

1. Las lluvias. Llueva mucho o poco, no afectará la infraestructura, debido a que el sistema de drenaje integral llevará el agua (hacia el río o donde quieran), eliminando el daño de las múltiples cuencas ciegas de la ciudad. Si los vecinos no arreglaron los techos de su casa, ese es su problema.

2. El río Piura no se volverá a desbordar porque el plan incluye las represas en la parte alta (antes de la ciudad), para control de caudales, defensas, diques y remodelación de los puentes actuales y los que se construyan.

3. La transitabilidad de calles, avenidas y carreteras no se afectará porque se construirán con el diseño y alcantarillas para que el agua no las destruya.

4. Los hospitales y centros de salud de la región deben quedar suficientemente preparados para atender epidemias como el dengue (como en otros años fue el cólera) y no como hoy, en que los pacientes atiborran pasillos y espacios exteriores en miserables condiciones.

Si el tiempo y los recursos no le alcanzan (Juegos Panamericanos), y si estas son obras de mayor envergadura fuera de su competencia, no sé de qué estamos hablando. La región Piura no quiere parches, esos que se destruirán en las próximas lluvias. Para botar el dinero al agua, mejor no hagamos nada. El gobierno central va a tener problemas con Piura si las cosas no llevan una visión de largo plazo.