Uno. El guerracivilismo es el discurso de la izquierda para la construcción de una falsa memoria histórica. El objetivo político de la izquierda es crear la impresión de que el terrorismo estuvo enmarcado en una guerra civil en la que ambos bandos cometieron delitos y excesos. De esa forma, al equilibrar a los supuestos bandos de una contienda civil, legitiman sus razones equiparándolas ideológicamente. Y atacan al Estado burgués que tanto buscan liquidar. Esto, por supuesto, es una falacia. No hubo guerra civil. La guerra implica un marco jurídico concreto y, en última instancia, un sentido del honor del que carecen los terroristas. No hay honor en el asesinato selectivo. No hay honor en un coche bomba. Es asesinato y punto. El terrorismo no desplegó una guerra. Fue terror rojo, el mismo terror que sus camaradas aplicaron en Rusia, China y Laos. Por eso es fundamental que la educación sensibilice a las nuevas generaciones en los hechos del terror. No en la interpretación sesgada e ideologizada de los camaradas que promueven la falsa memoria histórica.

Dos. El pedido de censura de la ministra Martens es la crónica de una muerte anunciada. ¿Por qué se censura a Martens? Martens es censurada porque en cuanto ingresó en el Ministerio de Educación activó inmediatamente al mismo frente que liquidó a Saavedra. Ese frente está compuesto por los padres de familia que no quieren la inoculación de la ideología de género en el currículo nacional, por los profesores organizados que buscan una evaluación consensuada y por los partidos políticos que han identificado la infiltración de la izquierda en la educación nacional. Para superar esto, necesitamos un gran pacto nacional por la educación. O el frente se volverá a activar.

Tres. Magnífica labor del JNE poniendo orden en procesos electorales partidistas. Así se favorece una democracia de calidad.