Mientras el presidente Ollanta Humala pide diálogo e integración a las fuerzas de la oposición, para gobernar sin sobresaltos en su último año y medio en el poder, al interior de su Gobierno no hay la unidad que tanto se pregona.

Una denuncia de Correo Semanal ha demostrado que existe una guerra sucia contra la presidenta del Consejo de Ministros, Ana Jara, y detrás estaría una “facción” cercana al presidente Humala. El objetivo es desacreditarla políticamente. El resultado es un Gobierno que persiste en el error y las malas artes que lo apartan de la transparencia.

Luego de estas evidencias, Ana Jara, quien un día antes había rogado por un generoso acuerdo entre todas las fuerzas políticas y pedido que dejen atrás las pugnas e internismos para enderezar el rumbo del barco, ha recibido un golpe en la mandíbula de la realidad y está en la lona. Muchos piden que tire la toalla porque es difícil levantarse luego del impacto. Lo cierto es que ella debe reflexionar sobre su continuidad en el cargo, porque es obvio que su mensaje y liderazgo quedaron mellados. De ahora en adelante, su discurso llegará debilitado a sus interlocutores.

Que la Premier sea víctima de una campaña de desprestigio por parte de su propio régimen, tan igual como la sufren los opositores, es una muestra clara del grado de desconfianza que tiene el Gobierno sobre todos los actores políticos. Solo se demuestra que en vez de unidad hay confrontación, disputa, división, deslealtad y traición. El problema es que todo esto le origina más problemas de los que ya tenía al presidente Humala.