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La polémica y los desencuentros tienen una salud de hierro en la actual coyuntura política. El presidente Pedro Pablo Kuczynski, desbordado por el activismo y la necesidad de hacer cosas productivas cuanto antes, ha dicho lo que piensa, eludiendo, algunas veces, lo políticamente correcto.

En los últimos días, dijo que la Contraloría General de la República acusa a diestra y siniestra y que esa actitud traba los proyectos de inversión pública. “Voy a luchar contra eso”, manifestó. Muchos interpretaron este comentario como un emplazamiento a un organismo que actúa de espaldas a los intereses de la gente.

Este conflicto se agudizó en los siguientes días con la designación efímera del excongresista de Fuerza Popular Juan de Díaz Dios como gerente de la Oficina de Coordinación Parlamentaria de la Contraloría. El vocero de Peruanos Por el Kambio, Carlos Bruce, dijo que se está politizando esa institución y que el contralor “siente que debe acercarse al fujimorismo”. En tanto, el congresista Juan Sheput pidió la renuncia de Díaz Dios a su nuevo cargo, algo que se concretó ayer por la tarde.

Es evidente que el nombramiento generó cuestionamientos no solo del oficialismo, sino también de Fuerza Popular, pese a que el contralor Edgar Alarcón haya expresado que el exparlamentario fujimorista cumplía con el perfil y que no tenía compromiso político con nadie. Esto fue visto con un intento por “politizar” una entidad técnica por naturaleza.

El país requiere consenso. Cuando hay choques, lo más relevante no son los conceptos, las ideas y los planes, sino el ruido. 

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