“Se los dije”. Ese fue el tuit con el que María Corina Machado, exdiputada venezolana, le cerró la boca al sinnúmero de necios que insistían con excusas forzadas y eufemismos baratos en que la democracia en Venezuela no estaba podrida hacía ya buen rato.

Porque cuando Verónika Mendoza se refería al país hermano como una “democracia débil” -pero democracia al fin y al cabo-, cuando hace solo 7 meses Indira Huilca decía que en Venezuela había crisis pero “sin aire dictatorial”, la democracia ya estaba rota. Y es que quien cree que hace falta un autogolpe para hablar de ruptura democrática, quien piensa que la democracia se reduce a un proceso electoral, necesita revisar el término “democracia” urgentemente, o unas clases elementales de Derecho Constitucional.

Antes del autogolpe, Venezuela ya estaba en el último lugar en el ranking del Foro Económico Mundial en independencia judicial. Antes del golpe, en Venezuela ya había más de 118 presos políticos, personas encarceladas por sus ideas tras juicios que ni por asomo respetaron el derecho fundamental al debido proceso. Antes del golpe, el gobierno venezolano había suprimido a su antojo la libertad de expresión, agrediendo sistemáticamente a periodistas y censurando medios de comunicación disidentes. Antes del golpe, en Venezuela no había separación de poderes, pues el chavismo había copado todos los poderes del Estado, salvo el Legislativo, al que terminó secuestrando el 29 de marzo. Así que, frenteamplistas, ustedes debieron desaprobar la dictadura hace mucho, mucho tiempo. Y en cuanto a los fujimoristas, lo mismo: hace 25 años que se les pasó el tren para condenar un autogolpe.

Derecha e izquierda: un poco más de coherencia, ¿no?