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El norte tiene muchas cosas buenas en común, pero también malas. Una de estas últimas es la situación de los hospitales públicos, cuya atención puede llamarse castigo. El común denominador de estos nosocomios no es solo la falta de personal calificado, sino su carencia en infraestructura, por eso estamos hasta las patas.

Incluso, en regiones grandes como Piura, a inicios del siglo no había un nosocomio público, sino solo para los asegurados de EsSalud. Por eso el centro de salud Santa Rosa (2002) se transformó en hospital (sin atención especializada), pero ahora nos enteramos que ha colapsado, los médicos renunciaron y hasta atiende a sus pacientes fuera del área de emergencia.

Así también, en regiones como La Libertad, cuya capital Trujillo cuenta con dos importantes centros de salud como el Belén y Regional, no hay suficiente espacio para atender a los ciudadanos. Y si creen que asegurándose estarán mejor, hace poco nomás dimos cuenta de cómo en el hospital de EsSalud Víctor Lazarte se atendía en los pasillos.

¿Se imagina cómo están regiones más atrasadas como Tumbes, Lambayeque, Áncash y Cajamarca? No hay que padecer en una camilla para confirmar que hay una crisis aguda en el sector Salud, y si a esto le sumamos una atención inadecuada, entonces habrá que lanzar un grito fuerte que se escuche hasta el ministerio de Patricia García.

Aquí en el norte no se necesitan 100 días de evaluación del sector porque la vida se va en segundos. Urge una fuerte dosis de moral que, siquiera, adormezca el dolor de los pacientes que sienten a un despreocupado Estado. Así el presupuesto anual del sector Salud (S/ 13.463 millones) haya ascendido un 6.6% a comparación del año pasado, este monto no apacigua los males.

Señora ministra, no era necesario que venga a ver la situación de nuestros hospitales, bastaba con que desde Lima ejecute planes concretos.