De acuerdo con la Constitución Política, el Ministerio de Relaciones Exteriores, que hoy cumple 196 años de fundación, está encargado de la ejecución de la política exterior establecida por el presidente de la República, que es quien la dirige (Art. 118, inc. 11). Desde aquel histórico 3 de agosto de 1821 en que Don José de San Martín creó la entonces Secretaría de Estado y Relaciones Exteriores y colocó al frente a Don Juan García del Río, técnicamente el primer canciller de la República, este ministerio ha sido clave en la vida nacional. Con un servicio diplomático organizado por el egregio José Gregorio Paz Soldán durante el gobierno de Castilla, nuestra diplomacia ha velado por los elevados intereses de la Nación peruana y su proyección internacional. Torre Tagle es el verdadero laboratorio de la política exterior del país, que no es otra cosa que la proyección externa de los intereses del Estado. En 1955 se funda la Academia Diplomática del Perú, con el eminente Alberto Ulloa Sotomayor como su primer director, al que lo acompaña el entonces primer secretario y con los años embajador Gonzalo Fernández Puyó, mi maestro en la Sociedad Peruana de Derecho Internacional y en la Cancillería. Desde entonces, nuestros diplomáticos de carrera necesariamente han egresado de sus aulas. Hay que ensancharlo y existen diversos proyectos para que profesionales calificados provenientes de diversas áreas del Estado o del ámbito académico lo integren, tal como normalmente sucede en otros países. Eso es lo más democrático y con el único animus de fortalecerlo. No olvidemos que sufrió una profunda fractura con el nefasto cese de 117 diplomáticos en 1992. Al retornar la democracia en la primera década del siglo XXI, fueron reincorporados y la Cancillería progresivamente fue recuperándose. Desde entonces, este es el cuarto gobierno democrático que va en el inicio de su segundo año de gestión, y tiene el enorme reto de afirmar una Cancillería de y para todos los peruanos. Con el Bicentenario en la mira, se espera que nuestra diplomacia siga correspondiendo a los nuevos retos del sistema internacional, siempre en evolución.