Los peruanos pocos saben del Combate de Iquique y de la extraordinaria proeza de Miguel Grau en esa ocasión que le dio fama y gloria universales como el “Caballero de los Mares”. Curiosamente esta merecidísima mención no se debió a su heroicidad extasiada en el célebre Combate de Angamos que contrariamente los peruanos sí conocen y preservan con mayor recordación en el imaginario nacional. Esto último está bien, pero también que nos acordemos en un santiamén de lo que pasó aquel 21 de mayo de 1879 en las costas de Iquique. En esa ocasión, el monitor Huáscar, bajo el mando de Grau, se enfrentó a la corbeta chilena Esmeralda, cuyo jefe era el capitán de fragata Arturo Prat, muerto en el combate. Hundimos la Esmeralda y sus náufragos salvados gritaron “Viva el Perú generoso”. En ese momento, nuestro insigne Héroe del Milenio ingresó en la galería de los grandes como Nelson en Trafalgar (1815). Ese solo episodio ha llevado a que Grau sea considerado el verdadero “Precursor del Derecho Internacional Humanitario”, porque respetó como nadie el valor de la vida humana. Más bien, fue Grau quien, en una carta dirigida a Carmela Vda. de Prat en la idea de atenuar su dolor por la muerte del esposo, lisonjeó con cortesía extrema la figura del chileno muerto por el impacto entre las naves en combate. Grau había hecho de Prat, sin proponérselo, el héroe de los sureños en la fatídica Guerra del Pacífico. Prat fue valiente, qué duda cabe, y merece el mayor de nuestros respetos. Los chilenos celebran hoy el Día de las Glorias Navales y siempre es feriado nacional. Nosotros ese tamaño de contemplación lo guardamos para el 8 de octubre en que Grau se inmola en Angamos. Es verdad que el Combate de Iquique lo celebran infaltables nuestros marinos y también en los liceos navales, pero no todos los peruanos, y eso debe cambiar. Grau no fue grande por solamente morir en Angamos; además, no olvidemos que en aquella ocasión nuestra mejor nave, la fragata Independencia sucumbió por perseguir a la chilena Covadonga en Punta Gruesa.