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Sin duda la campaña electoral que va llegando a su fin, y en especial la última fase que apunta a la segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, será recordada como una de las que más ha estado dominada por los ataques, los pullazos y los golpes bajos en lugar de las propuestas, pese a las grandes necesidades que tiene el país en materia económica, de seguridad ciudadana, de lucha contra la corrupción y conflictos sociales.

El último lamentable episodio fue iniciado el martes último por Kuczynski con su alusión a la candidata Fujimori, en el sentido de que los hijos de los padres rateros son rateros también. Fue una tremenda metida de pata, pero como el fujimorismo no se podía quedar atrás, ahí estaba Alejandro Aguinaga para hablar de la “incontinencia” de los ancianos. Ambos al final tuvieron que tragarse sus palabras y pedir públicas disculpas.

Es cierto que en cualquier parte del mundo las campañas electorales son duras y en su afán por llegar al poder, los políticos y sus acólitos sacan lo peor de sí. No nos rasguemos las vestiduras. Hasta en Estados Unidos se sacan a la luz a las examantes y la cantidad de marihuana que alguna vez consumió por ahí un candidato. La vigencia del republicano Donald Trumph, con sus modales y excentricidades, es una muestra de que en todos lados se cuecen habas.

Un país con tantos problemas y tantos quiebres, no puede darse el “lujo” de tener a agrupaciones políticas enfrascadas en líos y pullazos, en lugar de estarle hablando a la gente ante cada oportunidad que tengan por delante. ¿Fujimori y Kuczynski, por ejemplo, no nos han dicho qué harán ante las eternas descoordinaciones entre la Fiscalía, el Poder Judicial y la Policía, lo cual permite la liberación casi inmediata de delincuentes?

Ojalá que sea quien gane el 5 de junio, las broncas electorales no sean motivo para más enfrentamientos ya no como parte de la campaña que termina, sino como parte de la conducción del país. Sin duda se han abierto heridas y afirmado rencores que nada bueno hacen a un país que necesita avanzar y donde siempre es bueno que haya discrepancias e ideas contrapuestas, pero sin que se llegue a los extremos que hemos visto en los últimos meses.