Por las redes ha corrido la disparatada idea de que hoy, sábado 23 de setiembre, es el día elegido para ser el final de la existencia, lo que comúnmente muchos denominan el fin del mundo. La ciencia de las Relaciones Internacionales jamás se construye a partir de presagios o profecías; las proscribe todas porque no corresponden al orden racional y lógico del devenir de los fenómenos que se suceden en el actual escenario internacional de la historia de la humanidad. Los célebres Raymond Aron o Samuel Huntington nunca jamás construirían sus enormes y universales planteamientos sobre el poder internacional y los conflictos en el globo a partir de los textos de Nostradamus. Eso está bien para los empíricos que no entienden las relaciones internacionales y se refugian en ideas absurdas.

Más bien, hoy es el segundo día de la primavera que se inició ayer y que va hasta el jueves 21 de diciembre de 2017 y debería ser para todos una fecha de esperanza frente a la aparición de voces apocalípticas. Pero hay a quienes les ha convenido crear toda una histeria colectiva para imaginar que hoy sería el último día de la existencia humana. Pegado a esta psicosis colectiva en la que los cándidos son rendidos por delante, sobre todo, por los acontecimientos que vive el planeta sobre su seguridad (amenazas de Corea del Norte y del Estado Islámico) y sus fenómenos naturales (terremotos y huracanes como los que acaban de azotar a México y el Caribe), yace la impronta del beneficio económico que algunos obtienen con esta descabellada idea, apurando procesos en los que muchas personas son capaces de deshacerse de sus recursos materiales -como en la Edad Media- con tal de quedar a buen recaudo. Es muy cierto que la religión ha contribuido a construir toda una visión histórica acerca del destino de la humanidad, pero jamás debe desnaturalizar la realidad internacional que, por lo demás, cada vez que se agudiza la coyuntura planetaria por tensiones o crisis, fluyen los discursos fatídicos y dislocados. Mañana domingo veremos que el mundo sigue girando.

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