Hugo Sivina
Hugo Sivina

Hugo Sivina es un juez honorable que empezó desde abajo como practicante y meritorio y llegó a las mayores responsabilidades como presidente del Poder Judicial y de la Corte Suprema. También del Poder Electoral, como presidente del Jurado Nacional de Elecciones. Fueron cincuenta años, al final de los cuales -en la hermosa ceremonia de reconocimiento y despedida que le dedicó el Poder Judicial- confesó su frustración porque durante su largo paso por la justicia no logró que la sociedad confíe en sus jueces. Que sean el reflejo de los valores y de la moral, que la credibilidad los acompañe. Esto implica una crisis instalada que debe ser superada para hacer frente a la corrupción que nos flagela.

Más aún cuando la incoherencia está presente, Sivina Hurtado, en la plenitud de sus facultades y en su mejor momento de experiencia como magistrado, ha sido cesado por alcanzar los setenta años, de acuerdo a la Ley Orgánica del PJ. A pesar de que la Carta Magna no señala límite de edad, entendiendo que el único límite debería ser la incapacidad física, moral o mental. Para pensarlo si deseamos fortalecer las instituciones con nuestros mejores hombres y mujeres. Sucede igual en la docencia universitaria, donde es imposible sustituir conocimientos adquiridos por labor intelectual continuada y por experiencia vivida que no se improvisa. El juez y el maestro universitario -en plena capacidad y con reconocimiento ético y profesional- deberían continuar prestando servicios mientras puedan y quieran hacerlo, pues son en sí mismos una inversión en capital humano y llenan una urgencia social. Nuestros mejores maestros en San Marcos y en la universidad pública francesa -a quienes rindo homenaje por su sapiencia- fueron mayores de setenta años y nunca nos fallaron en sus lecciones de esperanza e ilustración. Las sociedades evolucionadas valoran la maestría y el buen juicio como fuerza transformadora y nunca la descartan frívolamente, como está sucediendo malamente en nuestro país.

Hugo Sivina Hurtado demostró entereza e integridad como rehén del MRTA en la residencia del embajador del Japón, donde perdimos a otro juez excepcional, gran amigo, que fue Carlos Giusti Acuña. No por azar y sí por sensibilidad social honró la presidencia del Poder Judicial recorriendo el país al encuentro de la gente cuando se propuso lograr el Acuerdo Nacional por la Justicia. Compartimos sus ilusiones en el valioso Grupo Impulsor que designó, junto a Raúl Ferrero, Diego García Sayán, Marcial Rubio y Óscar Schiappa. Con él recorrimos ciudades grandes y pequeñas, hicimos audiencias para escuchar a lo más representativo de cada localidad, universidades, sindicatos y personalidades. ¿Cuál es la justicia que deseamos, cuáles las reformas que nos darán la confianza que nos falta? El Acuerdo por la Justicia, redactado el 2004, debería ser actualizado, la gente debe ser oída y atendida para que pueda creer y alentar a sus mejores jueces. Así piensa Hugo Sivina, un gran magistrado culto, estudioso y consciente, incuestionable referente para las futuras generaciones. Honor al honor.

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