Con las últimas declaraciones del presidente Ollanta Humala, quien el viernes último por la noche arremetió, vía Canal N, contra el Congreso por atreverse a investigar las muy poco claras cuentas bancarias de su esposa, queda claro que el último año de la administración humalista nos la vamos a pasar viendo al Mandatario, a su esposa y al Poder Ejecutivo en pie de guerra.

Recordemos que la llamada “pareja presidencial” ya señaló con su dedo acusador a la Fiscalía, a la prensa y ahora al Congreso, todo porque han tocado a su esposa, cuando se supone que estamos en un país donde el propio gobernante se ha llenado la boca afirmando que “nadie tiene corona” y que todos somos iguales ante la ley. Claro, eso lo afirmaba cuando los investigados eran Alejandro Toledo y Alan García.

Tengamos en cuenta que todo este lío tiene un origen muy simple: el hecho de que Nadine Heredia no se digne a allanarse a todas las investigaciones. Si ello ocurriera, si un buen día la Primera Dama dijera que ella misma dejará que hagan las indagaciones que crean necesarias porque no tiene nada turbio que ocultar, no habría dudas, cuestionamientos, hábeas corpus, enfrentamientos ni políticos rivales buscando lucirse.

El propio jefe de Estado y su esposa se han puesto en el extremo en que hoy se encuentran, lo que sin duda ocasiona un grave daño al país. Muy fácil sería para todos si actuaran con transparencia y no anteponiendo acciones que no hacen más que aumentar las sospechas de que algo muy gordo y oscuro se está tratando de ocultar mientras el país no avanza como los peruanos quisiéramos.