Humala y la Confiep “se echan el pato”
Humala y la Confiep “se echan el pato”

El remezón de no haber crecido prácticamente nada en el primer bimestre del año ha puesto en guardia hasta al Congreso, cuya agenda con Cateriano parece que será predominantemente económica, como ha dejado entrever el fujimorismo, dejando en stand by los casos de corrupción y espionaje del régimen. La noticia alborotó tanto el gallinero que hasta algunos columnistas se atolondraron en arriesgar pronósticos sobre la salida del ministro de Economía, algo que nunca sucedió. Sin embargo, el nerviosismo era evidente.

Como cereza sobre el pastel, esta semana el Gobierno y la Confiep se “culparon” mutuamente por la desaceleración económica. Humala le pidió “más garra” a los grandes empresarios y ellos le retrucaron que necesitaban un mejor clima de inversión. Y aquí, ambos aciertan tanto como se equivocan.

La economía no se desaceleró ni por Segura ni por Castilla, ni se iba a reactivar por el plan de Ghezzi. Se cayó por el deterioro consistente del clima de inversión a manos de Humala. Y esto no es desde la desaceleración de China -que empeora el panorama- sino a partir de las señales políticas del Presidente en deterioro de ese clima, tales como juramentar por la Constitución de 1979, proferir sus múltiples discursos antimineros cuando era candidato, reiterar que sigue creyendo en el plan de la “Gran Transformación” y haber promovido en la mayor parte de su gobierno la frustrada postulación de su esposa.

El gran empresariado, por otra parte, se mostró demasiado sensible con la desaceleración. Todos sabemos que las cosas no están tan mal como las pintamos. Y si bien el clima de inversión no es el mejor, a un año de tener otro presidente electo, tampoco pinta como un descalabro. Apenas se elija a un gobierno medianamente serio, se recuperará la confianza. Luego, si por tanto tiempo el empresariado dijo ser el motor de la economía, no debiera esperar mucho del Estado y seguir trabajando sin esperar cubrirse de todo riesgo gracias al Gobierno. Salvo que, en realidad, lo que les atemorice sea que entre un gobierno más estatista todavía -o sea, más de izquierda- y eche por la borda el modelo económico.

Es momento de conservar la calma. Los empresarios deben seguir invirtiendo y el Presidente hablar lo menos posible.