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Lamentable que faltando cinco días para dejar el poder el presidente Ollanta Humala, durante la celebración del Día de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) en la Base Aérea Las Palmas, haya salido a respaldar el accionar de su ministro de Defensa, Jakke Valakivi, quien denunció penalmente a periodistas de un programa de televisión por poner al descubierto presuntos actos de corrupción al interior del Ejército.

Dijo que no se debe “abusar” de la libertad de prensa para denigrar a los miembros de las Fuerzas Armadas, las cuales, agregó, deben ser respetadas por todos. Obvio que las instituciones castrenses deben ser respetadas. Sin embargo, cuando hay indicios de corruptelas y malos manejos, tanto la prensa como los órganos de control interno deben alertar del olor a podrido que pueda emanar de los bolsillos de malos uniformados.

Con esas palabras, el presidente Humala, a pocos días de dejar el poder, respalda a su ministro Valakivi, quien se ha salvado de una censura segura porque el Congreso ya estaba fuera de funciones. No obstante, queda claro que simbólicamente dicho funcionario nunca llegó al 28 de julio por su absurda querella. Que lo sepa bien.

El presidente Humala llegó al poder ofreciendo honestidad, por lo que es triste verlo irse a su casa criticando a la prensa, que lo que ha hecho es precisamente denunciar malos manejos de los recursos que todos los peruanos aportamos para acabar con el narcoterrorismo. El gobernante y los medios pudieron ser aliados al menos en este caso, sin embargo, el jefe de Estado prefirió sacar cara por Valakivi y su denuncia.

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