Sea por corrupción, por ineficiencia, por desidia, por protestas sociales de diverso origen, por exceso de suspicacia o por cualquier otra razón, lo cierto es que la imagen que da el Perú desde hace algunos años es que acá los proyectos de inversión -ya sean mineros o de infraestructura- atraviesan mil obstáculos para ser puestos en marcha, lo que sin duda debe hacer que más de un empresario lo piense dos o tres veces antes de meter su plata en un país que tantos problemas podría generarle.
Lo hemos visto en proyectos mineros como los de Conga, Tía María y Las Bambas. También tenemos los casos en que Odebrecht metió su mano corrupta, como el Gasoducto, los tramos de la Interoceánica en que participó y la Línea 1 del Metro de Lima. Ahora hace noticia el aeropuerto de Chinchero, que llevado a un extremo podría costarle la censura al ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra, también primer vicepresidente de la República.
También se puede mencionar el caso de la ampliación del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, donde hasta ahora no se ve la muy necesaria segunda pista de aterrizaje por problemas con los títulos de propiedad de los lotes adyacentes; o las prolongadas trabas que todos los peruanos padecemos para ver listo el segundo carril de la Panamericana, en sus diferentes tramos proyectados. Recordemos que tener lista la corta vía entre Chincha y Pisco fue casi heroico.
Algo malo tiene que estar pasando para que sea difícil poder nombrar dos o tres proyectos grandes, esos que mueven el PBI hacia arriba, que no encuentren trabas como las mencionadas en el primer párrafo de esta columna. Ojo que no estoy afirmando que las obras deban seguir pese a los cuestionamientos solo por dar una buena imagen en el exterior, sino que algo de fondo se debe hacer para evitar estas situaciones que a larga afectan la economía del país, tal como lo notamos hoy.
El gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski debe crear las condiciones necesarias para que el país sea atractivo para las inversiones, que si se ajustan a la ley y son bien llevadas y fiscalizadas por el Estado, son las únicas capaces de incentivar el crecimiento del país y a su vez generar empleo y bienestar, acá donde hoy las estimaciones del crecimiento tienden a reducirse en medio de las sombras que caen sobre los grandes proyectos.