El expresidente Barack Obama levantó las sanciones a Irán gracias al acuerdo del programa nuclear, hoy en riesgo, al que llegó este país islámico con los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. Ahora, Donald Trump las retoma por el programa de misiles balísticos de Teherán impactando a cerca de 25 personas involucradas. En una columna anterior, había recordado la advertencia del presidente de Irán, Hasán Rouhaní, a EE.UU. en el sentido de que Irán no es cualquier país y que no se puede ningunear al Estado islámico más estratégico de la región del Medio Oriente, e incluso gobernado por la ira, en una abierta actitud desafiante a la medida de la Casa Blanca de impedir el ingreso de musulmanes, Irán en actitud recíproca había decidido hacer lo propio con los estadounidenses que deseaban llegar a su territorio. Trump ha dicho que “Irán está jugando con fuego”, pero en realidad es Washington el que lo está haciendo. Esta nueva serie de sanciones fue revelada cuando EE.UU. acaba de advertir a Irán por haber realizado el último domingo el referido ensayo de misil.

Los iraníes son de armas tomar. Ya lo hicieron en 1979 cuando un grupo de estudiantes asaltó la Embajada de EE.UU. en la capital iraní y tomó de rehenes a los 65 diplomáticos de esa misión. El entonces Ayatola Ruhollah Jomeini, que había llegado al poder por la denominada Revolución Islámica, solo dio luz verde para la liberación de los funcionarios de la embajada apenas producida la derrota estrepitosa de Jimmy Carter frente al republicano Ronald Reagan (1981). Irán (chiita) es la fuerza de contención al poder estadounidense en el Medio Oriente. Sus enemigos declarados en esa región son Arabia Saudí (sunita) e Israel (judíos), no por casualidad aliados estratégicos por separado de Washington. Si Trump no mide la variable Irán, todo se le puede ir de las manos.

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